al querer asomarme para ver tus pies; tu pie derecho accidentado, caminé nueve pasos para que mi mirada tuviera acceso a tu cuerpo entero y no volvi a ver nada más. Tus pies no estaban desnudos y nunca fui más desdichado, tus pies no desnudos vestidos de negro. Comprobé entonces mis triunfos y victorias, sobre todo, sobre el todo. Puedo verte caminar y allí estás con tu barba y tu piel blanza, con tus sarcomas y tu mal aliento, con tu mirada sobre mí y tu negación perenne...
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